Page 46 - Cuatro tres historias de amor
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era un mensaje de audio, acompañado de una advertencia: no lo
abras todavía, es una de mis canciones favoritas, pero es ruidosa.
Divertida, guardó el teléfono para escuchar en otro momento el
archivo enviado.
Casi al terminar la capacitación, volvió a recibir otro mensaje, era de
Alberto, para saludarla. En ese momento, se percató de la diferencia
de emociones provocadas por los mensajes, el de Enrique la hacía
vibrar, el de su novio, la reconfortaba, le gustó experimentar ambas.
Al salir ese día, su nuevo amigo se acercó a despedirse y ella se fue
a casa con la sensación de “mariposas en el estómago”; creyó no
volver a experimentar algo similar desde que estaba con Alberto, la
sorprendió, pero decidió disfrutar el momento y dejar fluir.
Se llegó el último día de trabajos. Sandra, quería ver a Enrique
por última vez, la mañana transcurrió haciendo lo necesario para
el cierre del taller, y, a la hora del desayuno, volvieron a reunirse.
Él, le contó sus peripecias en su nuevo trabajo; ella, le dio algunos
consejos, comentaron las canciones enviadas por ambos, finalmente,
regresaron a la sala de reuniones. El moderador dio las indicaciones
finales, se entregaron los productos del taller y se dio por clausurado
el evento. Todos se despidieron muy cordiales, Enrique le dio un
abrazo fuerte, le dijo lo mucho que disfrutó su compañía, Sandra
le deseo suerte en su nuevo puesto y se fue cada uno con sus
compañeros. Le había gustado la experiencia de conocerlo, era
refrescante sentirse otra vez emocionada por compartir el tiempo
con una persona distinta a Alberto, supuso que ahí terminaría todo.
Pasada una semana, llegó un mensaje a su celular de Enrique con
un archivo de audio, saludándola; experimentó la misma sensación
que cuando lo conoció. Dos días después recibió otro mensaje de
audio, pero al día siguiente, lo que recibió fue una videollamada,
sorprendida y emocionada, aceptó.
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