Page 45 - Cuatro tres historias de amor
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y Enrique, respondió con una sonrisa, prometiendo enviarle más
            por la tarde, después de eso, se despidieron.

            Para Sandra fue una bocanada de aire fresco, se sentía emocionada
            por haber conocido a alguien así, extravagante, con una facha poco
            usual en el mundo de los negocios, pero, deseó llegara el día siguiente
            para verlo y seguir descubriendo cosas sorprendentes.


            Por la tarde, habló con su novio, quien le preguntó si pasó algo
            interesante en su taller, ella respondió con un “todo igual, ya sabes”,
            pero no cesaba de pensar en Enrique. Al despedirse, le dio un
            beso a Alberto y le dijo “te amo” realmente sintiéndolo, adoraba la
            tranquilidad que le transmitía.


            Al día siguiente, todo pasó muy normal, llegó temprano, saludó a
            sus colegas, tomó su lugar y vio llegar a Enrique con las mismas
            personas  del  día  anterior. Él,  la  saludó  con una  amplia sonrisa  y
            tomó su lugar, algo lejos de ella. Todo transcurrió apaciblemente,
            aprendiendo lo más posible, sin dejar de echar un vistazo a Enrique.

            Al llegarse la hora de receso, él se acercó y la saludó con un abrazo
            y un beso, la invitó a desayunar juntos, Sandra aceptó. No fueron al
            restaurante del hotel, salieron a una pequeña cafetería situada a dos
            calles. Ahí, se enteró de más cosas interesantes, Enrique, acababa
            de ser ascendido como gerente de recursos humanos, era psicólogo,
            vivía con su madre, fue hijo único y le gustaba bailar. El tiempo
            pasó muy rápido mientras compartían sus gustos por la música y
            el baile. Sandra sentía cómo el corazón le latía más rápido cada vez
            que compartía algo con él.


            Al regresar y tomar su lugar, trató de concentrarse en el taller. Estaba
            realizando lo indicado por el moderador, cuando llegó un mensaje
            a su teléfono celular, lo vio de reojo, percatándose de un mensaje
            de Enrique. Sorprendida, lo buscó en la sala y él sólo le regresó
            una sonrisa. “Pero si estamos en la misma sala y nos acabamos de
            ver, ¿para qué me envía mensajes?”, llena de curiosidad lo abrió y




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