Page 35 - Afuera en lo profundo
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Pistas para una fiesta de divorcio
Sé triste, más triste que la rosa,
la bella jaula de nuestras miradas y de las
abejas sin experiencia. La vida es un viaje en
paracaídas y no lo que tú quieres creer.
Vicente Huidobro, Altazor
Yo era amigo de Estela, y esa noche, también su DJ. Pasaría por
ella a las seis de la tarde para irnos juntos a la terraza en la que
celebraría su divorcio. No sé todo lo que Estela vivió en la etapa
final, después de 25 años, pero creo que haberse separado fue lo
mejor para ella. Me contó que su exmarido la engañaba, no con una,
sino con varias mujeres, incluso con dos amigas de mi amiga; todo
parece que fue por mucho tiempo, pero ella se había enterado hacía
poco. En el último año, había adelgazado cerca de 10 kilos; aunque
al principio pensé que tenía alguna enfermedad, con el paso de los
días me di cuenta de que se trataba de otra cosa.
Mi amiga, que esa vez también fue mi clienta, tardó un poco en salir,
me dijo que había hecho unas llamadas para confirmar lo que se
serviría en la fiesta: tragos y botanas. Dio más detalles; si no los
repito, es porque me distraje a mirar su vestido rojo que estaba
hecho para resaltar las curvas, pero ahora ella era un palo. Antes,
cuando gordita, no sólo a mí me parecía sensual, ya no quedaba
nada de eso.
Esa noche, Estela quería pasársela bien, se reflejaba en su cara. El
labial rojo, los rizos alborotados y las pestañas postizas que, a mis
ojos, convertían los suyos en mariposas, hacían pensar a quien la
miraba, que mi amiga era más joven y que la noche estaba a sus
pies.
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