Page 36 - Afuera en lo profundo
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Llegamos a la terraza alrededor de las siete. Los adornos eran por
todos lados extravagantes, tal y como los había pedido: esculturas
de hielo en forma grotesca, exuberantes figuras de mujer.
—¡Me encanta cómo quedó todo!, –dijo, satisfecha, y luego
preguntó:
—¿A ti te gusta?
—¡Qué bárbara!, ¡te la volaste!, –respondí procurando ser lo más
franco posible, en esa noche, que era la noche de mi amiga. En
otro momento, le habría dicho que estaba loca, pero en ese,
ella necesitaba mejores comentarios de mi parte.
Alrededor de las ocho, los invitados fueron llegando. Muchas de
sus amigas, también divorciadas, entraron aplaudiendo, cantando
y vitoreando a Estela por, en palabras de ellas, haber abrazado la
mejor decisión de su vida. Laura, una de sus más allegadas, se le
acercó y le dijo:
—¡Felicidades, cariño!, oye, espero que tu fiesta se ponga buena,
porque la última a la que fui estuvo más aburrida que una boda.
¿Al menos va a haber carne fresca?, –y luego de preguntar,
festiva, giró en un tacón gritando:
—Ya puedes hacer lo que quieras!
—¡Oh!, unos strippers, no se me había ocurrido, pero es
excelente idea. Ahorita los consigo –Estela prometió, a la vez
que supervisaba que yo me instalara para iniciar con la música.
Como mi amiga me había dicho claramente que no quería nada
romántico, mucho menos canciones de despecho, empecé con
reguetón, que era lo del momento, sin embargo, mi amiga echó una
seña de que me iba a cortar el cuello. Así que corté lo de duro contra
el muro y tupido contra el piso. Entonces, mezclé dancehouse, a Sam
Smith, Sofi Tukker, Cut Copy, pero nada de nada, no funcionó, con
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