Page 41 - Empatizando. Relatos para jóvenes

Siguiendo el protocolo de los alcohólicos anónimos, busqué un
padrino, que prácticamente me acompañó de la mano en este
camino. Me enseñó a seguir las reglas del grupo: sólo por hoy o 24
horas de sobriedad. También tenía que ir al grupo tantos días a la
semana como días duraba tomando, y como yo tomaba casi todos
los días, pues iba al grupo todos los días. Por ti abuelita, por mí.

Pensar en mi rehabilitación ha sido un golpe de suerte en mi vida,
por los resultados que he visto llegar. La relación con mi papá se
ha mejorado significativamente, en la familia se han solidarizado
y frente a mí, no beben ni en Navidad ni Año Nuevo. Mi madre
está contenta, mis hermanos y todos están felices, he recuperado la
amistad de algunos de mis anteriores amigos y me puse a estudiar.

Pasé ocho años con aquel que llamé el amor de mi vida, ocho años
que se acabaron de tajo. Que dependieron de una decisión muy
fuerte en la que aún sigo creyendo. Ahora me siento como una
mujer diferente, nueva; me veo y me siento bonita, tengo un novio,
por primera vez soy fiel, tengo un trabajo, me alimento mejor, de
alguna manera he hecho que la tranquilidad venga a la casa, estoy
haciendo mi tesis y tengo otros proyectos de vida. No recordaba
esta vida, quizá porque no la había vivido, pero me gusta mucho.

En este momento de mi vida estoy asumiendo las consecuencias
de mis actos y estoy tratando de ser responsable. No sé lo que va a
pasar mañana, pero sí sé que cada día puedo vivirlo con sobriedad.
Tal vez hay cosas que no sé si quiero en mi vida, pero sí sé qué es
lo que no quiero, y la verdad, ya no quiero volver a embriagarme o
a hacer que el alcohol forme parte de mi vida. Soy Miranda y hace
mucho tiempo que tomé…, mi último trago.

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