Page 46 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Montañas de vida
No comprendo a las personas cuando me dicen que debo cambiar
mi forma de vida, en verdad no comprendo. Creo que ésta es la única
manera que conozco para vivir, lo que poseo es parte de mí. Es un
nuevo día y para mí hay mucho trabajo, sólo se trata de buscar, de
encontrar, de tener, de llevar algo que sea ahora mío, algo que tal
vez alguien menospreció, algo que alguien vendió u ofertó. Como
siempre digo la basura de alguien puede ser el tesoro de alguien
más, y así es como yo he llenado de tesoros mi casa.
Ni siquiera imagino tener que deshacerme de algo de mis
pertenencias, son mías. Cualquier cosa que esté allá afuera será un
aliciente en mi vida. Pienso que mi vida es normal, quizá por eso yo
no entro a las otras casas o no juzgo si los otros no buscan afuera
algo que les pueda hacer feliz.
Cuando estoy en la casa me siento feliz, me siento bien, tengo
de todo: platos, adornos, periódicos, revistas, ropa, plantas, latas,
envases de refrescos, tengo de todo. Todo está ahí, imagino que
sería como el mejor de los minisúper; acepto que puede llegar a
ocurrirme que necesite algo y que sepa que sí lo tengo, pero que no
tenga la menor idea de dónde se encuentre, pero siempre está ahí y
si no estuviera, seguro vería la manera de que en la próxima salida
lo conseguiré para tener de todo.
Hay cosas que compro, otras las encuentro, otras me las regalan,
a veces, debo confesar, he sacado muchas cosas de la basura, pero
tengo de todo. No conozco a nadie que tenga de todo como yo, la
gente siempre deshecha cosas, siempre compra cosas, siempre tiene
carencias.
Todo lo que está en casa es parte de mí. Por eso es difícil pensar
que algo que está dentro tenga que irse; el otro día unas parientas
vinieron de visita a mi casa, apenas duraron unos minutos y se
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