Page 48 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Sí sentí algo de preocupación cuando vi animales en la casa, había
            cucarachas y un día vi ratones, eso no me gustaba, pero mientras
            estuvieran escondidos, por mí no habría problema. Empecé a buscar
            un hueco para dormir, a veces me dormía sobre los periódicos, otras
            sobre la ropa, siempre había un buen lugar.


            Dejé de cocinar, limpiar y dormir en los lugares de la casa que
            habían sido para ello, ahora podría comer fuera, acomodar algunas
            cosas  cuando  fuera  necesario  y  dormir  donde  se pudiera.  Me
            inquieta cuando alguien toca algo mío o cuando dicen que eso es
            basura, que no sirve, rescataría cualquier cosa que alguien quisiera
            llevarse de mi lado. Como cuando mi marido se llevó un trapeador,
            quesque porque quería utilizar el palo para hacer algo. Luché como
            fiera por el trapeador hasta que regresé a la casa con él, con un
            empujón y un moretón, pero ahí estábamos nuevamente. Creo que
            todas mis posesiones no son dinero, sino emociones y un poco de
            historias que se cuentan cada vez que consigo algo. Sé que algunas
            de esas cosas pueden no servir, como la maceta que está rota o ese
            mismo trapeador viejo y roto, o que hay muchas cosas nuevas en
            su empaque original, pero sólo por el hecho de estar dentro forman
            parte de mi casa y, por lo tanto, forman parte de mí.


            Tampoco entiendo porqué dicen que mi casa es peligrosa, lo que
            pasa es que las personas no la conocen y no saben cómo moverse
            dentro, en serio, no es peligroso. Eso digo yo.


            Pero, hoy llegó una carta que dice que es un peligro vivir aquí,
            que puedo poner en riesgo a mis vecinos, que salen de aquí ratas y
            cucarachas, que huele mal, que me veo descuidada y con una baja
            autoestima; que todo esto es caos porque la casa se rompe, se gotea,
            que no hay luz ni agua, que tengo que salir de aquí a vivir a otro lado
            porque no hay un espacio para mí.


            La carta dice que tengo el síndrome del acumulador, que es un
            problema de salud mental que debo atender y buscar ayuda, que no
            soy capaz de tomar decisiones y poner atención en las cosas que hay




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