Page 52 - Empatizando. Relatos para jóvenes
P. 52
existía y que tal vez era uno de esos inventos que hacen los médicos
para ganar un poco de dinero con una taruga como yo, pero algunas
cosas tuvieron sentido cuando me empezó a cuestionar:
—¿Siente que pierde la concentración en una tarea con facilidad?,
¿usted lleva una vida frenética?, ¿podría enumerar todas las
acciones que hace en un día?, por favor, describa todo lo que
hizo hoy.
Naturalmente mi verborrea se disparó cuando empecé a enlistar
todo lo que había hecho, incluso, tenía que tomar aire para decirle
todo, creo que lo desquicié. Todo ese vomito de palabras, iuuu.
Entonces me quedé pensando sobre, ¿qué pensaría yo de mí misma
si pudiera verme y oírme diciendo todo lo que dije?, sentí que
parecería una loca. Fue un duro golpe, un gancho al hígado.
—No se preocupe, –me dijo, es un padecimiento de muchas
personas, como consecuencia de un estilo de vida frenético,
con múltiples ocupaciones en el hogar o el trabajo, y el
bombardeo incesante de información procedente de teléfonos
móviles, televisión, radio, internet..., por alguna extraña razón
eso me tranquilizó un poco.
Me dijo que me recetaría un fármaco para relajarme un poco y
que probablemente debería buscar un trabajo que no demandara
de la realización de tantas actividades, algo en lo que pudiera
concentrarme, pensar, reflexionar, analizar y llevar tranquilamente
un proceso. Al parecer, mi medicina para no olvidar las cosas
sencillas de la vida cotidiana era hacer menos cosas y centrar mi
atención en cada actividad en su momento. Es como aprender a
razonar y hacer las cosas despacito.
No sé aún cómo me va a ir con esta tarea y este ritmo al que estoy
acostumbrada a trabajar, no sé si podré lograrlo. Por el momento,
ronda en mi cabeza una sola pregunta, ¿dónde dejé mis llaves?
50

