Page 48 - Entes y apariciones entre nosotros
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Por la tarde, al llegar Pablo, percibió inmediatamente el agradable
            aroma, pero no dijo nada, esperó a que su esposa se lo comentara,
            se  sentaron  a  la  mesa  para  comer,  platicando  trivialidades  y  al
            finalizar, se quedaron en la mesa con una taza de café, entonces le
            preguntó cómo le había ido. Diana le platicó con lujo de detalle todo
            lo sucedido, le comentó de las bolitas de algodón en las esquinas y
            que la señora los visitaría hasta el siguiente martes, Pablo la abrazó
            y le dijo que, mientras ella estuviera tranquila, él la apoyaba en todo.


            Los siguientes días pasaron sin novedad alguna, aunque Diana se
            acostaba con malos presentimientos y bien acomodada entre los
            brazos de su esposo, nada sucedía, al parecer el remedio estaba
            dando buenos resultados.


            Por fin llegó el ansiado martes, la amiga pasó por Diana y se
            dirigieron rumbo al domicilio de la curandera. Llevaban tiempo
            suficiente, la recogieron, regresaron a su casa, se estacionaron y
            descendieron del auto; la curandera se quedó observando la casa
            detenidamente, volteó varias veces hacia un lado y el otro de la
            calle, aunque no había nadie, ella sintió cosas. Después pidió entrar,
            Diana iba delante de ella mostrándole las habitaciones, la señora
            caminaba lentamente por el interior de la casa, como tratando de
            percibir, como buscando, también advirtió en las esquinas, que las
            bolitas con el remedio estaban sin color, se veían secas.


            Dieron una vuelta por cada rincón de la casa. El rostro de la señora
            era de incredulidad, pues no detectaba nada a pesar de comprobar
            que el remedio había tenido efecto. Se sentaron en la sala y la
            curandera le preguntó a Diana qué había sucedido después de que
            la visitaron, qué había sentido después de que pusieron el remedio
            en las esquinas de la casa.


            Ella le platicó que regresó a su casa con mucha tranquilidad, que
            inmediatamente  puso  el remedio  con  ayuda  de  su  amiga,  que,
            aunque se había sentido con temor, nada había sucedido los días
            posteriores. La señora estaba pensativa, pues no sentía nada




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