Page 46 - Entes y apariciones entre nosotros
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acercándose a la puerta por donde eran atendidos, ocupando la silla
            de quien entraba con la curandera.

            Cuando le tocó su turno, entraron ambas amigas y lo que vieron fue
            algo completamente diferente a lo que esperaban, pues adentro era
            como otra sala, con sillones, ventanales, muchas plantas, es más,
            lleno de plantas, lo que hacía que el lugar fuera muy apacible. La
            señora, estaba sentada en un sillón individual, a sus costados, otros
            sillones individuales haciendo un círculo, en medio, una mesita de
            centro con una plantita muy frondosa, llamada cuna de Moisés.


            Ella le señaló a Diana el sillón que estaba a su lado, como si supiera
            que ella era la que requería su apoyo, a la amiga no le dijo nada, por
            lo que se sentó en el lugar siguiente. Inmediatamente después de
            que se sentaron, tomó la mano de Diana y acariciándola, le empezó
            a decir que no se preocupara, que había llegado al lugar indicado,
            que  sabía  que  había  vivido  cosas  feas,  y  sin  más,  la  curandera
            empezó a decirle lo que había pasado, por lo que ambas se quedaron
            completamente sorprendidas, ya que no hubo necesidad de decir
            nada, fue como si esa señora hubiera presenciado todo.


            De pronto, entró una señorita con una charola y unas tazas de té, les
            dio una a cada quien, la señora, con una voz muy apacible les dijo:


                —Tómenlo, necesitan  estar  tranquilas –ella  tomó un  sorbo y
                  después dijo:


                —Todo lo que le ha pasado a usted lo he percibido, pude ver lo
                  que pasó en su ventana, su recámara, su comedor y cocina,
                  pero no puedo saber cuál es el origen de lo que sucede, por lo
                  tanto, necesito ir a su casa para saber de dónde viene todo. Pero
                  tendrá que ser hasta el próximo martes, –dijo la anfitriona.


            A Diana no le pareció eso, pues ella quería llevarse a la curandera ese
            mismo día, y eso fue lo que le dijo, pero la señora le comentó que no
            podía visitar una casa cualquier día, pues tenía que ser dentro de los




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