Page 50 - Entes y apariciones entre nosotros
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La curandera empezó a pasar la veladora repetidas veces por todo el
            cuerpo de Pablo mientras pronunciaba palabras que no alcanzaban a
            escuchar; cuando terminaron de impregnar los algodones regresaron
            a la sala y ella dejó de bañar el cuerpo de él, lo sentó en el sillón
            individual y les dijo que no se movieran, que les iba a explicar qué
            era lo que estaba sucediendo.


            Les dijo que, al llegar al fraccionamiento, detectó energía, pero que
            no era mala; que vio a varios niños, por eso volteaba a la calle cuando
            estaba afuera de la casa, que esos pequeños eran almas perdidas,
            que había que orar por ellos, pero que, lo que le pasaba a Pablo era
            distinto.


            Les comentó que ella había percibido que Pablo tenía a un ente
            pegado a él, que ya lo tenía por mucho tiempo, por eso sentía esas
            molestias, pero que, cuando se casaron y empezaron a vivir juntos,
            a esa entidad no le pareció. Que sentía el malestar en medio cuerpo,
            porque ya estaba a punto de poseerlo, que estaba haciendo cosas
            malas para espantarla y alejarla, debido a que le estaba quitando la
            atención de Pablo.

            Se quedaron fríos, no podían creer lo que les decía, lo sabía todo, es
            más, les dijo que cuando la casa se cubrió de agua, significaba que esa
            entidad había muerto ahogada y que era necesario quitársela lo más
            pronto posible; que ya todo estaba listo, que los algodones mojados
            puestos los días anteriores eran para evitar que siguieran sucediendo
            cosas, pero que, en ese momento en que estaba ella presente y con
            el baño de luz, los algodones se convertían en portales por donde
            tenía que alejar a esa entidad.


            Entonces, les pidió que se sentaran en los sillones, una de cada lado
            de Pablo, a él lo sentó en el sillón individual, les dio una veladora
            blanca a cada quien, y la encendió, ella se sentó en cuclillas frente
            a él, empezó a sacar cosas de su bolsa, le volvió a pasar la veladora
            por su cuerpo y les dijo que cerraran los ojos, y que, oyeran lo que




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