Page 63 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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“Tengo que ir a la cocina por azúcar, y de paso traeré una de esas
            ricas paletas de limón que trajo mi madre del mercado ayer, no se
            muevan”, Fanny regresó con un poco de azúcar en una tacita de
            plástico y en la otra mano una paleta helada de limón, al mirar en
            dirección a su pequeño comedor, la taza de plástico cayó de su mano.
            Una niña, con el mismo vestido de Carlota, la miraba fijamente. La
            niña tenía el cabello oscuro y trenzado. Su tez era muy blanca, casi
            transparente. Su piel lucia agrietada y seca, sin vida. Un tono muy
            oscuro rodeaba la cuenca de sus ojos.


                —¿Quién eres tú?


                —¿No me reconoces?, soy Carlota.


                —Mientes, tú no eres Carlota.


                —Yo no miento. A los que mienten se les seca la lengua.


                —¿De dónde vienes?

                —De muy lejos. Vengo de un lugar muy oscuro.


                —¿Cómo llegaste aquí?


                —Tú me trajiste, ¿ya no lo recuerdas?


                —¿El cementerio?


                —Sí.


                —¿Te irás pronto?

                —No, me gustan tu casa y tus padres.


                —¿No tienes padres?, ¿no te extrañan?




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