Page 42 - Una vida dedicada a la enseñanza
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María escuchaba atentamente mientras su abuela relataba la historia.
            Pablo estaba enamorado de una hermosa joven llamada Lucía.
            Ambos vivían en Guanajuato, pero provenían de diferentes clases
            sociales. Lucía era hija de un rico comerciante español, mientras
            que Pablo trabajaba en las minas.


            Una noche, Pablo oyó hablar del túnel secreto y de un supuesto
            tesoro escondido en él. Creyó que, si encontraba ese tesoro, podría
            pedir la mano de Lucía sin objeciones de su familia; así que, junto
            con unos amigos, decidió buscarlo.


            Margarita tomó otro sorbo de su café y continuó: pero los túneles
            de Guanajuato están llenos de misterios y trampas. Según cuentan,
            Pablo y sus amigos encontraron muchas dificultades en su búsqueda,
            pasadizos que se cerraban repentinamente, sombras que parecían
            perseguirles, ecos de lamentos que resonaban en las profundidades.


            María, con los ojos muy abiertos, preguntó: ¿y encontraron el tesoro,
            abuela?

            Margarita sonrió, eso, querida, es algo que te contaré después. Lo
            importante es que, más allá de tesoros y leyendas, estos relatos nos
            muestran el valor, la perseverancia y el amor que han marcado la
            historia de nuestra ciudad.


            Al día siguiente, María, con la historia del joven minero aún
            resonando en su mente, decidió investigar un poco más sobre los
            túneles de Guanajuato. Sabía que su escuela estaba cerca de uno de
            los accesos, así que después de clases se aventuró a explorar.


            Entró con cautela, dejando que la frescura del lugar la envolviera.
            Aunque muchos de los túneles habían sido transformados en
            calles subterráneas para el tráfico, aún se podía sentir la historia
            en sus paredes. A medida que avanzaba, las voces de los autos se
            desvanecían, y sólo el eco de sus propios pasos la acompañaba.





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