Page 38 - Una vida dedicada a la enseñanza
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María, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de su abuela.

                —Gracias, abuela, por mostrarme el camino, por enseñarme a
                  valorar nuestra cultura y por inspirarme a seguir tus pasos.
                  Aunque no lo sepas, eres la mejor maestra que jamás he tenido.


            Las dos mujeres se quedaron en silencio, contemplando la basílica
            bajo el manto estrellado. Los contornos suaves de las montañas
            circundantes, bañados en sombras, sirvieron como telón de fondo
            para ese momento compartido.


                —María, –comenzó Margarita, siempre he creído que las historias
                  son el alma de un lugar. Nos muestran quiénes somos, de dónde
                  venimos y hacia dónde vamos. Guanajuato, con sus callejones
                  y plazas, tiene tantas historias que aún no se han contado.


            María reflexionó sobre esto. Abuela, siempre he querido saber
            más. No sólo las leyendas y cuentos, sino también sobre la gente
            común, sus vidas y sus luchas. Me pregunto cuántas historias se
            han perdido en el tiempo, cuántos recuerdos no contados y cuántas
            voces olvidadas.


            Margarita  se  giró  hacia  su  nieta,  con  una  expresión  pensativa.
            Nunca es tarde para escuchar esas voces, para darles un lugar en
            nuestra memoria colectiva. Si sientes esa pasión, ese deseo de
            conocer y compartir, entonces sigue ese camino. La educación no
            se trata sólo de enseñar hechos y cifras. Se trata de conectar, de
            transmitir, de inspirar.


            María asintió lentamente. Es una responsabilidad grande, pero es
            una que estoy dispuesta a asumir. Quiero ser parte de ese legado, de
            esa cadena de narradores que mantienen viva nuestra cultura.


            Las dos se levantaron y comenzaron a caminar hacia casa, cada paso
            resonando con la promesa de futuras historias por contar. El aire
            nocturno de Guanajuato las envolvía con un abrazo fresco, como si
            la propia ciudad las estuviera alentando en su viaje compartido.




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