Page 48 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Margarita a montar el altar en su casa, pero este año fue especial.
            Margarita decidió compartir con María la historia de Catarino, su
            difunto esposo y abuelo de María.


            Mientras colocaban velas, flores de cempasúchil y fotografías de
            familiares fallecidos en el altar, Margarita comenzó a relatar con
            voz melancólica: Catarino y yo nos conocimos en una de las calles
            empedradas de esta ciudad, era un hombre de gran corazón y con
            un amor profundo por Guanajuato. Siempre decía que cada piedra y
            cada rincón de esta ciudad tenía una historia qué contar.


            A medida que Margarita relataba, María se sumergía en un Guanajuato
            de antaño, visualizando a un joven Catarino, de sonrisa franca y
            ojos brillantes, recorriendo las mismas calles que ella caminaba
            ahora.  Fue él quien me enseñó la importancia de la tradición de los
            altares de muertos, –continuó Margarita, decía que era una forma de
            mantener vivos a nuestros seres queridos, de honrar sus memorias
            y celebrar su legado.


            Ese día, María sintió una conexión aún más profunda con su abuelo
            Catarino. Aunque nunca lo había conocido en persona, las historias
            y enseñanzas de Margarita la hicieron sentir como si hubiera estado
            con ella todo el tiempo. La joven tomó cada palabra, cada recuerdo,
            como una inspiración para su futura carrera en la educación,
            pensando  en  cómo  podría  transmitir  estas  ricas  tradiciones  y
            enseñanzas a las futuras generaciones.


            El Día de Muertos finalmente llegó. Guanajuato, con su ambiente ya
            de por sí mágico, se transformó en un lienzo de colores vivos, olores
            embriagadores y melodías que parecían provenir del mismísimo
            corazón de la tierra. Las calles estaban repletas de familias, turistas
            y locales, todos reunidos para honrar a los que habían partido.









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