Page 51 - Una vida dedicada a la enseñanza
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María tomó las manos arrugadas de su abuela entre las suyas. —Y
siempre estará, abuelita. A través de las historias, a través de las
tradiciones, él vive en ti y, ahora, también vive en mí. Ambas
compartieron un abrazo silencioso, reconociendo la importancia de
las raíces, de la memoria, de la educación que trasciende las aulas y
se arraiga en el corazón.
Margarita, viendo la curiosidad brillar en los ojos de María, decidió
distraer un poco el ambiente sombrío de su relato anterior. Se puso
de pie, dirigiéndose a la cocina y señaló un viejo tarro en una repisa.
—María, ¿has probado la cajeta de muerto que se hace aquí en
Guanajuato?, preguntó con una sonrisa traviesa.
María asintió, pero con cierta duda. —He probado la cajeta abuelita,
pero no sabía que había una especial para Día de Muertos.
Margarita rió suavemente, —¡ah, mi niña!, en Guanajuato tenemos una
tradición para cada ocasión. La cajeta de muerto no es exactamente
diferente a la cajeta común, pero tiene sus peculiaridades. Se hace
principalmente con camote, y se le añaden otros ingredientes como
guayaba o nuez. Es más espesa y tiene un sabor más intenso, perfecto
para acompañar con el pan de muerto.
María, intrigada, preguntó: —¿y qué tiene de especial el pan de
muerto de Guanajuato, abuelita?
Margarita, con su mirada brillando de nostalgia, respondió: aquí,
al pan de muerto se le añade anís, lo que le da un sabor y aroma
distintivos. Cuando combinas el dulzor de la cajeta con el sabor
del pan, es como si todos los recuerdos de nuestros seres queridos
vinieran a nosotros con cada bocado.
Con cuidado, Margarita abrió el tarro y sacó un poco de cajeta con
una cuchara, ofreciéndosela a María. La joven no dudó en probarla.
Mientras el dulce sabor se mezclaba en su boca con el recuerdo de
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