Page 55 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Con un grupo de turistas, María se adentró en el mundo subterráneo.
El guía les entregó cascos y linternas, haciéndoles saber la importancia
de mantenerse juntos y seguir las indicaciones por seguridad. La
oscuridad de la mina era penetrante, rota sólo por las luces de las
linternas que proyectaban sombras errantes en las paredes rocosas.
A medida que avanzaban, el guía relataba historias de los mineros,
explicando cómo, en medio de la oscuridad y el silencio, estos
hombres sacaban los metales preciosos que hicieron famosa a la
región. Habló de los riesgos del trabajo, de los accidentes, de la
camaradería entre los trabajadores y de las leyendas que surgieron
en esos oscuros pasadizos.
María se imaginó a su abuelo Catarino en ese lugar, con su pico y
lámpara, pasando largas horas bajo la tierra. Las historias sobre los
peligros y desafíos que enfrentaban diariamente estos hombres
resonaban en su mente. Al imaginarlo, entendió un poco más la
dureza que había llevado a Catarino hacia el alcohol y los problemas
que había enfrentado.
A su salida, la luz del día parecía más brillante, y María sintió una
profunda gratitud hacia esos valientes mineros, incluido su abuelo.
Se prometió a sí misma que, de alguna manera, rendiría homenaje
a ese legado y aseguraría que las futuras generaciones conocieran y
valoraran la rica historia minera de Guanajuato.
Después de su visita a la mina, María decidió pasar el resto del día
en el centro de Guanajuato, paseando por las calles empedradas
y repletas de historia. Mientras caminaba, una melodía llamó su
atención. Siguiendo el sonido, encontró a un grupo de estudiantinas,
vestido con trajes tradicionales, cantando y tocando guitarras,
bandurrias y mandolinas. Estaban rodeados de un animado grupo
de turistas y locales que cantaban junto a ellos.
María se unió al grupo, y en poco tiempo se encontró envuelta en
un recorrido musical por las calles de la ciudad. Con cada canción,
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