Page 112 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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De abuelas y nietos
El amor de las abuelas no es comparable en esencia a ningún otro
cariño porque todo es complacencia, leamos pues estas líneas y saquemos
consecuencias:
—Yo no quiero que a mis niños en aguiluchos conviertan; las águilas
vuelan alto y desde ahí ven la tierra con todas sus falsedades, artilugios
y miserias...
Y contestaron los hados, atemores de la abuela:
—Las águilas vuelan alto y desde ahí ven la tierra sin hombres que los
destruyan o que le impongan fronteras.
—Yo no quiero que a mis niños el poder los envanezca, que los que
son poderosos se olvidan de la belleza de ver los amaneceres o de
admirar las tormentas...
Y contestaron los hados, a temores de la abuela:
—El poder puede ser sabio si se aplica con prudencia y el que lo tiene
en sus manos puede colmar de indulgencias.
—Yo no quiero que a mis niños me los agobie una pena.
Que la pena hiere el alma, obscurece la existencia...
Y contestaron los hados, atemores de la abuela:
—Las penas son necesarias, porque al tener la vivencia recuerdan cuán
vulnerable es el humano en esencia.
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