Page 116 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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que las siguientes comunidades serían las suyas, aunque por su ubicación
geográfica resultaría un poco más dificultoso el traslado.
Lo cierto es que aquel día fue de fiesta popular; desde luego hubo discursos,
aplausos, una reunión-almuerzo en el casino del pueblo (no estoy segura
que se llamara así, pues no estaba aún familiarizada con las instalaciones
socio–recreativas del pueblo, pero lo cierto es que era un enorme salón).
A partir de ahí, nos quedó claro que cada mes tendríamos reuniones
técnico–docentes, denominadas Centros de Cooperación Pedagógica,
en los que íbamos a analizar en consenso con los demás compañeros de
la zona, el contenido de los libros y unos maestros especialistas llegarían
de la capital del estado a enseñarnos algunas estrategias didácticas que
propiciaran su mejor aprovechamiento.
Lamento ahora que por mi novatez en estas lides yo no hubiera profundizado
más en el mensaje que el secretario de Educación nos hizo llegar.
Claro que puse toda mi atención y me emocionaron algunos de sus
conceptos. Su personalidad era impactante; pero tal vez era necesario que
mi eros pedagógico madurara un poco más para llegar a darme cuenta de
con quién estábamos tratando.
Mi enamoramiento de los libros fue fulminante; eran bellísimos y su
contenido, el de todas las materias, era increíble. Ta vez carecían del
cromatismo excesivo que tienen los actuales, pero sus historias y sus
planteamientos didácticos los hacía fabulosos.
Esa fue mi primera e inolvidable Reforma Educativa. El plan de Once
Años diseñado por el Lic. Torres Bodet me siguió a mí regreso a nuestro
hermoso estado de Yucatán.
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