Page 118 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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A mis seis años salí muy emocionada y orgullosa a declamar este pequeño
            poema de la poeta mexicana Carmen G. Basurto. Desde que nos lo leyó
            la maestra sentí realmente que en su texto, la escritora nos estaba diciendo
            a los niños lo que debíamos saber acerca de nuestra patria y mi madre me
            lo confirmó, me explicó el significado de la rima así que salí convencida y,
            convencí. Dice así:


            Patria


            Van pasando los soldados, uno lleva la bandera.
            ¡Miradla con gran respeto que pasa la patria entera!
            ¡Como buenos mexicanos, amadla con devoción,
            porque esos tres colores representan la nación!

            Eso es todo, así de chiquitita, pero hubieran visto con qué ganas la recité.
            Decía mi papá que hasta de puntillas me puse para levantar los brazos con
            énfasis (es lo bueno de haber crecido en un ambiente magisterial. No sólo
            aprendí a leer a los cuatro años sino que desde entonces me plantaban en
            un escenario a la menor provocación, así que cuando me inscribieron a la
            primaria ya era yo veterana en esas lides).

            Perdón por el paréntesis, pero insisto; estoy segura que a muchísimos de
            ustedes les habrán quedado grabadas en la mente y en el alma ciertas
            vivencias  infantiles  de  ese  tipo  y  las  habrán  manejado  en  su  etapa  de
            maestros después. Me despido con esta truculenta historia de Francisco
            Villaespesa,  que  a  mis  cinco  años  me  hacía  llorar cada  vez  que  la  leía
            (observen que es un diálogo rimado):


            Caperucita

            Caperucita, la más pequeña de mis amigas, ¿en dónde está?
            Al viejo bosque se fue por leña, por leña para amasar.
            Caperucita, di, ¿no ha venido? ¿Cómo tan tarde no regresó?
            Tras ella todos al bosque han ido, pero ninguno se la encontró.
            Decidme, niño, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué mala nueva llegó a la casa?
            ¡¿Por qué esos llantos, por qué esos gritos...?! ¿Caperucita no regresó?
            Sólo trajeron sus zapatitos... ¡Dicen que un lobo se la comió!




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