Page 115 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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No logro recordar el mes preciso, pero, considerando que me inicio el 16
            de marzo de 1961 y que el suceso fue unos cuantos meses después, pudo
            haber sido entre agosto y septiembre, porque en aquel estado hermano, se
            regían por el Calendario Escolar “A”, que fluctuaba de febrero a noviembre.

            Lo  cierto  es  que,  en  determinado  momento,  la  directora  de  la  escuela
            nos comunicó que una semana más tarde estaba anunciada la visita del
            presidente Adolfo López Mateos, y del gobernador del estado, que a la
            sazón era el Lic. Carlos A. Madrazo (padre), a nuestra comunidad. Que
            su llegada tenía por objeto hacer la entrega formal de la dotación de libros
            de texto gratuitos para todos los niños de educación primaria y el anuncio
            a la población de la inminente apertura de la escuela secundaria para el
            siguiente ciclo escolar.

            Con la prisa requerida, la autoridad municipal se hizo cargo de revisar, y en
            su caso reparar, todo aquello que era el local de la escuela y sus aledaños,
            de tal suerte que el día señalado nos encontrábamos todos los maestros
            con nuestro respectivo alumnado a la puerta de la escuela, haciendo valla
            a la comitiva de ilustres visitantes que llegarían en unos momentos por vía
            aérea.

            El zacatal a la orilla del río, que hacía las veces de campo de aterrizaje,
            estaba muy cerca y desde donde nos encontrábamos se percibían todas las
            maniobras que en él tenían lugar.


            Aproximadamente  a  las  10  de  la  mañana  vimos  llegar  dos  enormes
            helicópteros del Ejército mexicano, de los cuales descendieron, en primer
            lugar,  el  presidente  y  el  gobernador,  acompañados  por  el  secretario  de
            Educación, Lic. Torres Bodet y, del entonces director de Educación Federal
            en el estado, Lic. Benjamín Munúzuri Aguayo.


            Del otro vehículo aéreo tuve el placer de ver descender a tres jovencísimas
            maestras, una de los cuales  era mi gran amiga yucateca, del barrio de
            Santiago  como  yo,  la  maestra  Socorrito  Vázquez,  que  era  de  recién
            adscripción  y  habían  sido  invitadas  por  las  autoridades  educativas  a
            atestiguar  la  simbólica  entrega  de  libros  gratuitos,  con  la  consigna  de



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