Page 64 - Colección Rosita
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Por fin el sueño de Melania se veía realizado.
Isla se sentó a la orilla del mar, depositó a sus amiguitas en la arena, el sol
se escondía entre las nubes, el fresco viento jugueteaba con el pelo rubio,
enmarañándolo. Melania y Bertín saltaron regocijadas, empezaron a hacer
hoyitos y a lanzarse pequeñas piedrecillas entre ellas.
Poco a poco se fueron acercando a las olas. Melania quedó hipnotizada
ante tanta belleza, ¡era peligroso acercarse demasiado!
Encontraron un pequeño tronco de madera y subieron en él.
—¡Es nuestra embarcación Bertín!, ¡ya nos esperaba!
—¡Ponte lista Melania, nos podemos caer al agua!, gritó Bertín,
agarrado con sus seis patas a su pequeño barco.
Navegaron hasta perder de vista a Isla, el agua las refrescaba, a veces, hasta
las hacía estornudar, ¡era tanta felicidad!
Encontraron entre las piedras del agua a un cangrejo.
—¡Señor cangrejo, señor cangrejo!, gritó Melania, entusiasmada,
—¿usted siempre vive aquí?
—Claro, ¡dónde más podría vivir!, dijo Umay, entrecerrando los ojos
dormilones. —¿No han escuchado decir qué, en el mar, la vida es
más sabrosa?
—Yo soy Melania y él es Bertín, se presentó, dio un golpecito a su
amigo, para que Umay lo viera —es mágico, ¿verdad?
—Este, ejem, ejem, sí, soy un mago, en la colonia Hormigosa del Sol,
allá en la comunidad de hormigas, aparezco y desaparezco lo que yo
quiero.
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