Page 66 - Colección Rosita
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—¡Aaah, aaaaaah, aaaaaah, aaaaaah!, gritaban Melania y Bertín,
agarrándose al caparazón con patas y antenas.
—¡El agua me hace cosquillas en la panza!, dijo Melania —jijijijiji,
jijijijiji.
—¡A mí también jijijijiji!, reía Bertín, mientras sacudía la cabeza, para
impedir que el agua cayera a sus enormes ojos.
Se divirtieron por varios minutos. Umay no los perdía de vista con una
amplia sonrisa de satisfacción, le gustaba ver feliz a todos los animales del
rumbo.
Por fin, llegó la calma, Meche nadó tranquila por el agua verde esmeralda
del líquido elemento, disfrutando del sol y el viento. Melania y Bertín se
acostaron en el caparazón, a disfrutar el panorama, las nubes deslizándose
veloces en lo alto ofrecían un bello espectáculo. Hasta ellas llegaba la brisa
fresca y el sonido susurrante del mar.
La corriente los arrastró a la orilla. Umay no se había separado de ellas,
las ayudó a bajar de Meche y depositando la barca de las hormigas en las
tranquilas aguas, las hizo subir.
—¡Gracias por el paseo Meche!, dijo Melania, —¡Fue espectacular!
—¡Naaa, fue sólo un paseíto!, ¡nos vemos, hasta la próxima!
—Espera, dijo Bertín, —¡te ayudaré a llegar tan rápido como viniste!
Bertín se elevó en sus patas traseras, activó sus antenas y friccionó las patas
delanteras lanzando sus fluorescentes chispas, ¡listo! Meche desapareció de
su vista, luciendo una gran sonrisa, diciendo adiós con una de sus aletas.
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