Page 22 - Experiencias en la formación docente
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Segunda intervención. No hubo posibilidad de aplicar la autogestión
            pedagógica,  en  vista  de  que  el  grupo  estaba  influido  por  la  propia
            institución externa, es decir, lo instituido, sin la menor posibilidad de ser
            instituyente.

            Tercera intervención. Sucede lo que teme la institución ante la inevitable
            inercia burocrática con reglamentos no siempre establecidos, o con una
            moral elástica y comprometida. Baste decir que en este caso la autogestión
            pedagógica como analizador del análisis institucional nos proporciona una
            visión catastrófica de una institución pedagógica decadente.


            Cuarta  intervención.  Desde  luego  la  intervención del  equipo  en
            ocasiones  ha resultado  desgastante, frustrante  y  desmotivadora; sin
            embargo, se confía en las estudiantes y en la propia autogestión pedagógica
            como una alternativa para  que  se conviertan  en  responsables  de  su
            formación y se asuman como protagonistas de este proceso, que al final de
            cuentas, la formación “no puede ser más que un trabajo sobre sí mismo,
            libremente imaginado, deseado y perseguido, realizado a través de medios
            que se ofrecen o que uno mismo se procura” (Ferry, 1990:43).

            Los alumnos sorprendidos por la novedad de la experiencia permanecían
            inactivos, mudos, más o menos inertes y esperaban que el maestro tomara
            “las cosas en sus manos” (Lapassade,1968:26), o bien, deseosos de llegar
            rápidamente a algo, realizaban cualquier tarea y “los más activos agreden
            a aquellos que no quieren participar o participan débilmente” (Lapassade,
            1977:26). Tal parece que esta reacción es frecuente en los grupos debido
            a que se está rompiendo un paradigma y la incertidumbre de lo que están
            por conocer, les invade.

            Así mismo, en esta cuarta intervención, el principal problema fue el de
            la no participación. Personas poco habituadas a hablar y a comunicarse
            se mostraron “traumatizadas” (Lapassade: 1977:26), en cuanto se trataba
            simplemente de que se expresaran, no intervenían y se encerraban en el
            mutismo. En esta etapa, el traumatismo principal lo provocó el silencio
            del  maestro,  quien  se  limitó  a  expresar  lo  que  ocurría,  a  facilitar  la
            comunicación, sin intervenir. Los estudiantes pasivos querrían que tomase


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