Page 53 - Afuera en lo profundo
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Cosa seria
Algunos días sabemos ser felices de una manera inconsciente
y pueril: pero no somos de los que esperan la felicidad de los
acontecimientos, como una receta; esto no es un sacrificio
muy grande, pues sabemos muy bien que la
felicidad no basta para ser felices.
Emmanuel Mounier, Cartas desde el dolor
Alan se tomaba muy apecho el asunto de la felicidad, y cuando
no se disciplinaba con un método para alcanzarla, probaba con otro.
Esa mañana en el umbral de la puerta, antes de salir de casa –que
en realidad, era un cuarto de azotea–, pasó revista a las imágenes de
sujetos blancos, barbudos y sonrientes que internet le arrojó en el
celular tras la búsqueda: hombres felices. Ya afuera, todavía en las
alturas, contempló el horizonte y extendió los brazos para emularlo.
En su piel destelló, cual propia, la primigenia y cobriza luz del día,
Alan estaba listo para convertirlo en uno mejor que el anterior.
Habiendo emprendido el camino con mochila en mano y unos
audífonos poco más chicos que su cabeza, ésta se llenó de las
recomendaciones dadas en un podcast para visualizarse como
un hombre de éxito: sume la panza y mantén tu postura erguida,
oblígate, como si caminaras alrededor de una alberca y los allí
presentes te observaran. Vaya que fluía con meticulosidad, pero de
pronto se detuvo al recordar algo importante: no había agradecido
por ese domingo despejado, entonces, cerró los ojos. Cuando los
abrió, se sintió un tanto decepcionado al ver a pocos madrugadores
que corrían por allí y por allá. Se motivó pensando que encontraría
más gente en el gimnasio, donde vería a Brandon, a Íker y a Giovanni.
Los cuatro bromearían con que se estaban poniendo igualitos a Thor
y luego vendría la carrilla sobre los kilitos de más. Sin embargo,
vitorearían con orgullo de campeones e inflarían la panza, la
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