Page 60 - Afuera en lo profundo
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nadie le queda tiempo para darse un tiempo y mantenerlas a tope.
            Alan confirmó que alguien en este mundo lo comprendía, más aún
            cuando el podcast anunció el lanzamiento de un nuevo producto,
            resultado del esmero científico. Se trataba del Star-Bien, una loción
            corporal que, por su capacidad de absorción inmediata, bronceaba
            la piel y producía una sensación placentera al instante. Sí, todo eso
            cabía en un frasquito de 100 mililitros, eran buenas noticias. Mas,
            ¿qué caso habría tenido broncearse?, hasta Alan se había percatado
            de que él mismo era tostado de nacimiento. Pero un poco nada
            más,  –se dijo mientras repasaba en la mente distintas imágenes
            de hombres felices. —En sí, soy de piel canela,  –se esmeraba en
            convencerse, como si bajarle tonos a su color de piel, fuera la
            promesa de conseguir lo necesario y accesorio para vivir, igual que
            los hombres de éxito. Desde luego, nada había de extraño en que
            Alan pretendiera tostarse más.


            De pronto, se sintió agotado, incluso más que al final de un dedicado
            día de ejercicio y trabajo. Así que consideró acostarse, pero tan sólo
            el hecho de pensarlo le provocó un ardor en la cara. ¿Cuánto tendría
            que dormir para recuperarse?, pero mayor era su anhelo de que la
            felicidad apareciera en aquel domingo y de verla, verla realmente.
            La obsesión lo mantuvo sin sueño, ausente de otros sueños que
            antes había soñado. Sí, mantener la buena actitud era un reto, un
            asunto de sacrificio, en una ciudad tan conflictiva como la suya.


























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