Page 63 - Afuera en lo profundo
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No te rías. ¿Pero qué tal el tío Sergio?, servía café, contaba chistes,
halagaba a los viejos, instruía en el amor a los jóvenes y se daba
tiempo para enseñarle juegos de baraja a los niños. Hasta me salvó
de los parientes y de sus apretados abrazos. Obvio, fue el único que
allí en la sala se acercó a ti. Te dijo:
—Quédate cerca de tu madre, mírala, y de tu hermana, sabes que
así lo hubiera querido tu papá. Ánimo, tienes que apoyarlas,
cuentas con mi apoyo. Milo, tu padre soñaba con verte crecer,
te lo aseguro, pero ahora la vida se está encargando. Deja,
que yo me ocupo del resto. ¿Ves?, –se refería al convivio en el
que se había convertido el funeral. Es lo que hubiera hecho tu
padre –júralo, el tío Sergio se sintió orgulloso de haber dado
con esas palabras.
Una opaca luz se había colado por los vitrales de la sala y se fundió
con la tenue llama de los cirios, justo cuando el personal de la
funeraria entró con el ataúd en el que yacía nuestro padre. ¿Estás
pensando lo mismo que yo?, ¿crees que había efectos especiales?
Los asistentes rodearon a papá y, además de rezos, condolencias y
lamentos, se unieron en una letanía:
Excelente compañero, maestro en el aula y maestro para la vida,
un corazón bondadoso. Tengo bien presente la mueca de asco que
hiciste.
Yo busqué tu mano, no obstante, tú apretaste los puños. ¿Quién
no, Milo?, después de haber escuchado los lamentos de mamá y de
pensar que el resto de la vida sería así, porque nuestra madre no
sabía vivir sin desearle la muerte a papá. ¿Qué iba a ser entonces?,
no nos quedamos mucho tiempo con la duda. Ya en serio, dime si a
ti te sorprendió que haya vuelto a casarse tan rápido, a mí, tampoco.
Lo que sí me asombró fue lo que hiciste luego de un rato. Nadie
se lo esperaba, tanto así que todos se pusieron a llorar, menos yo.
A esa edad, estaba procesando mucho en poco tiempo. Según tú,
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