Page 42 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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dos aquí, es más de lo que esperaba. Los amo, nunca olviden
que los amaré por toda la eternidad, —dijo Celia.
—Aquí nos tendrás el próximo año, amor. Estaremos esperando
la próxima noche de difuntos para poder verte de nuevo, —
respondió Fidel.
—Adiós mami, te voy a extrañar mucho. Hasta el próximo año.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, la imagen de Teresa se iba
desvaneciendo lentamente. Fidel, junto con Celia, tomados de la
mano, se despedían de Teresa. La cuenta regresiva comenzaba de
nuevo. Un largo año de espera recién iniciaba. Esta vez, la situación
era diferente, padre e hija, con una gran sonrisa y con un corazón
lleno de ilusión, abandonaban el viejo camposanto.
Muchos noviembres pasaron.
Un hermoso sol daba la bienvenida al primer día de noviembre
cuando Celia, su hija Flor y su esposo Francisco con una enorme
sonrisa y una bolsa de yute, corrían hacia el mercado para comprar
todo lo necesario para preparar una deliciosa comida. Un hermoso
altar se podía observar en su choza. Una enorme alegría llenaba sus
corazones.
Al ponerse el sol, Celia y su familia se dirigían al panteón. Juana,
su mejor amiga, ya la esperaba junto a la tumba de sus padres. Un
enorme perro negro meneaba la cola dando la bienvenida a viejos
conocidos.
—Hola, ¿cómo están?, —preguntó Celia.
—Hola, amor —se escuchó la voz de Teresa—. Ya te extrañábamos.
— Mmmmm..., esos quelites se ven deliciosos —decía Fidel
mientras su silueta transparente colocaba su brazo sobre el
hombro de su amada Teresa.
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