Page 43 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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El espectro del río del Toro
Manejando hacia la casa de su tío Federico, esa tarde de verano,
Toño Menchaca trataba de reconocer algunos lugares que, después
de tanto tiempo, sentía que habían cambiado bastante. Era una
colonia popular de clase media baja localizada al sur de la ciudad,
muy cerca de Xochimilco. Lo primero que llamó su atención era el
río que pasaba a menos de un kilómetro de la casa de su tío. Ese río
le traía muchos recuerdos. Su mente lo trasportó más de 40 años
atrás donde se veía jugando junto a sus primos Rafa y Mau, lanzando
piedras a la corriente haciendo los divertidos “patitos” sobre el agua.
El arroyo era conocido como río del Toro. Se decía que 20 años
atrás una vieja camioneta que transportaba un toro hacia una fiesta
local perdió el control y cayó al afluente. El chofer, así como varios
curiosos que llegaron al lugar trataron de salvar al enorme animal
que lentamente se iba hundiendo en el fangoso fondo de ese río.
Todo fue en vano, el animal pereció. Desde ese día fue llamado río
del Toro.
Toño era un niño introvertido que no tenía muchos amigos y que
pasaba la mayor parte de su tiempo dibujando seres fantásticos
y monstruos que su torcida imaginación creaba. Su pasión por el
dibujo fue una forma de olvidarse del mundo real donde su padre
los había abandonado para irse en busca del sueño americano.
Sus creaciones eran realmente buenas y algunas veces bastante
escalofriantes. Toño juraba que podía sentir cuando seres del más
allá o de dimensiones paralelas cruzaban a este plano. En su casa
creían que todo era resultado de su fascinación por cuentos y
películas de terror.
Cuando Toño tenía seis años de edad, su madre María, que dormía
en una habitación continua a la de él y su hermano Tomás, despertó
alarmada debido a los gritos que salían de la habitación de sus hijos.
Lo que María encontró al entrar en la recámara de sus hijos fue
algo sacado de la más espantosa pesadilla. Los dos hermanos
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