Page 49 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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Por más intentos que hizo por encender su auto, éste nunca encendió.
Tomó el celular de su saco y extrañamente no funcionaba, tampoco.
Un viento muy fuerte y frío comenzó a sentirse a su alrededor, los
árboles se mecían de manera amenazante al tiempo que producían
un sonido escalofriante parecido a mil voces hablando a la vez.
Toño bajó del coche para revisar el motor. De repente, sintió una
presencia extraña a su alrededor, por más que miraba para todos
lados, no podía ver de dónde procedía esa sensación atemorizante.
Toño cerró los ojos y sintió esa presencia detrás de él. El pánico
se dibujó en su rostro. Los recuerdos de lo vivido en su infancia
comenzaron a salir de todos los recovecos de su memoria. Toño
sabía que esa era la última oportunidad que tenía para matar o
revivir esos recuerdos que lo habían atormentado desde que era un
niño; abrió los ojos y volteó para enfrentarse a la pesadilla que tenía
detrás de él. Un espeluznante grito rompió el silencio de la noche,
al tiempo que todos los perros de la colonia comenzaron a ladrar.
A la mañana siguiente, Toño no se presentó a trabajar. Sus
compañeros de trabajo, así como su mejor amigo Gabriel que
vivía con él, hicieron el respectivo reporte por su desaparición.
Días después, alguien dio aviso a la policía que la parte de un auto
sobresalía dentro de un río al sur de la ciudad.
Una semana después de este hecho, el tío Federico, junto con toda
la familia, caminaban hacia el río del Toro. La tía Virginia llevaba un
enorme ramo de flores y un rosario que lanzaron al arroyo.
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