Page 54 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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Fue espantoso. La pesada pipa pasó por encima de los niños, todos
            murieron al instante. Los que no murieron fueron lanzados a muchos
            metros de distancia con daños muy graves. Tomás huyó después de
            darse cuenta de lo que había hecho, los vecinos lo querían linchar. No
            fue necesario. Lo encontraron muerto cerca del Bordo de Xochiaca.
            Se había pegado un tiro.


                —Dios mío.


                —Váyase, joven. Que Dios lo proteja.


            Pedro vio cómo la señora del rebozo oscuro daba media vuelta
            y se alejaba. Él hizo lo mismo y arrancó el taxi. Su auto ya había
            recorrido algunos metros cuando por su espejo retrovisor pudo ver
            un objeto que salía de entre la hierba alta; era una pelota de fútbol.
            Pedro aceleró y no quiso mirar atrás, de nuevo.


            Los años pasaron y ese incidente quedó sólo como una anécdota de
            las cosas que la noche esconde.

            La noche de ese viernes transcurría tranquila, cuando un cliente,
            vestido completamente de negro hacía la parada sobre la avenida
            Taxqueña. Pedro miró la hora en el tablero de su taxi que era un
            sedán 98; eran las 23:59 horas. El hombre usaba una especie de
            sotana y llevaba un portafolio en su mano derecha.


                —Buenas noches, hijo mío —dijo el hombre que parecía ser
                  un sacerdote. —Buenas noches padre, ¿a dónde se dirige? —
                  preguntó Pedro.


                —Voy a la Iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán. ¿La conoce?


                —Claro padre, suba por favor.


            Pedro tomó la avenida Tlalpan que ya se encontraba bastante
            despejada. Durante el camino intentó hacer plática con el pasajero.




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