Page 51 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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—Voy a la colonia El Sol, cerca del Bordo de Xochiaca, por favor.
—No hay problema, sólo le cobraré 20 pesos más por la hora que
ya es, ¿algún problema?
—No, está muy bien, joven.
La colonia a la que se dirigía Pedro era conocida por ser una zona
de alta criminalidad, debía tener mucho cuidado y estar muy atento.
Llegando al domicilio que le indicó la señora, Pedro se dio cuenta
que del lado derecho de la avenida se localizaban algunas casas muy
modestas hechas de madera y lámina de asbesto o metálicas. Sólo
unas cuantas lámparas del alumbrado público funcionaban. Del otro
lado de la avenida se encontraba un canal de aguas negras. Entre la
avenida y el canal se encontraba un espacio no muy grande de tierra
con hierba muy alta.
Pedro detuvo el taxi frente a una casa de adobe de un nivel, con una
lámina de asbesto que funcionaba como puerta.
—Aquí tiene, joven.
—Gracias por traerme, muchos taxistas ya no quieren venir a
esta colonia por la noche.
—Fue un gusto poder ayudarla. Pase una buena noche.
—Joven, pase lo que pase, y vea lo que vea, por favor no se
detenga.
—¿A qué se refiere, señora?
—Simplemente, maneje y salga de esta avenida. Que Dios lo
cuide.
—Gracias.
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