Page 23 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
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los despojaban de todo, sólo les dejaban un trapo para cubrir sus
vergüenzas.
Quería entender esa acción, mi corazón no comprendía el porqué,
no tenía voz, pues era un tlameme.
—¿Y qué es un tlameme?, le cuestioné.
—Un tlameme, es un cargador de cosas.
Sólo lo miré fijamente y él continúo hablando.
—Al llegar a Tajín, fuimos recibidos por los principales. Nos
condujeron hasta su plaza principal, donde se encontraban
templos maravillosamente esculpidos y decorados,
construcciones majestuosas pintadas de rojo y naranja, pero la
que más sobresalía era una de color azul, con nichos adornados
con espejos de obsidiana.
También tenían muchos juegos de pelota y mientras observamos
aquel precioso lugar, llegó el soberano y nos dirigió unas palabras
que recuerdo muy bien.
“Señores nuestros, están aquí reunidos, hemos percibido el llanto
y las lágrimas, hemos abierto el cofre y la caja, el bulto atado y la
cosa encerrada: el precio y valor del águila, del tigre. Aquí estamos
poniendo la vista con la ayuda del señor amo nuestro; el dueño del
mundo nos ha hecho el favor de ello, y es todo”. 7
Ofreció un juego de pelota en honor a los pochtecas y comenzaron
los rituales y las ofrendas con todo tipo de comida, danzas y música.
Fuimos tratados con mucho respeto, pues los productos que
llevábamos sobre nuestras espaldas eran muy apreciados en aquellas
tierras húmedas: cal, algodón, maíz, obsidianas, pedernales, armas,
escudos…
7 K., GKG (1995). Vida económica de Tenochtitlan: pochtecayotl (arte de traficar).
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