Page 24 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
P. 24
Por fin pudimos asearnos y alimentarnos como era debido y
descansar sin la preocupación de defendernos de grupos rivales,
caernos de los barrancos, ser mordidos por serpientes venenosas o
devorados por el jaguar.
Por las noches nos reuníamos a escuchar a los guerreros, quienes
nos narraban las aventuras de sus viajes y cómo habían ganado sus
insignias de águila y jaguar. Sus historias llenaban mi corazón de
emoción y, algunas veces, de miedo.
En una de esas ocasiones, Siete Perros me platicó cómo conoció
a mis padres, de quienes expresó maravillas. Mi pecho se llenó de
orgullo.
—Tu padre era un gran guerrero y cazador, el líder de un grupo
de chichimecas. Me encontró herido al fondo de una barranca,
me dio reposo en su casa, donde conocí a tus abuelos, y me
curó. Me enseñó el arte de la guerra y sin dudarlo me uní a su
poderoso ejército y aprendí su lengua. Estuve presente cuando
se casó con tu madre Chimalma, tu padre estaba loco por ella.
—¡Y cómo no iba a estarlo!, si tu madre era una gran cazadora
y descendía del linaje de los toltecas, además de ser hermosa
como las flores. Prosiguió:
—Antes de unirme a los pochtecas, le juré lealtad, así que daría
mi vida misma por proteger a tu familia. De hecho, cuando vi a
tus abuelos acercarse a nuestro líder, mi corazón no tuvo duda
de quién eras, tienes los mismos rasgos que tu padre, por eso
no te he perdido de vista.
Y yo le pregunté —¿Por qué te convertiste en un guardián de los
pochtecas?
—Ya no tengo a alguien que me espere en casa —contestó riendo—
además, me gusta recorrer la tierra, la paga es muy buena. Aquí
22

