Page 26 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
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observar que les entregó una piel con imágenes como las que pintan
            los tlacuilos.

            No supe qué dialogaron, estrecharon sus manos y se despidieron.
            Unos minutos después me cambiaron la carga por otro bulto y nos
            reunieron aparte, mientras los demás comenzaron a avanzar.


            Siete Perros nos comunicó que el gran Pochtecateuctli le había
            encomendado llevar  esa delicada  carga  a las  tierras  donde  los
            toltecas habían establecido la nueva tollan:


               —El viaje no será fácil. Los elegí porque sé que su corazón tiene
                  la valentía y la fuerza del jaguar. De nosotros depende cumplir
                  con esta misión, lo que nos llenará de gloria y honor.


            Sin decir más, iniciamos la marcha. Esta vez éramos sólo nueve.


            Poco a poco abandonamos ese lugar tan verde como las plumas
            del cotorro. La primera parte del camino la cubrimos sin problema
            alguno, debido a que estábamos bien comidos y descansados.
            Primero Chicualoque, Azcatlán, después Zihuatectla, Tzitzicazapa,
            donde realizamos un descanso, luego Xaltepec y Huehuetlilla.


            Mientras  avanzamos el  viento  cambió  de cálido a  refrescante y
            después a un frío insoportable. La neblina no me dejaba ver nada,
            más de una vez estuve a punto de caer por las laderas resbaladizas.
            Entre todos decidimos que sería momento de parar, pues el hielo
            hacía que el camino fuera muy peligroso. Siete Perros no se detuvo,
            algo presentía, y seguimos durante dos soles y dos lunas más, y por
            fin nos dispusimos a descansar.


            Le pedí permiso para ver lo que transportaba, a lo que accedió. Mi
            bulto estaba lleno de caracoles y conchas de mar, decían que las
            conchas son muy preciadas por los toltecas, ya que con ellas realizan
            joyas, escudos, pectorales e infinidad de herramientas y armas. Me
            contaron que eran artistas de la pluma, el jade, el papel y la piedra,




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