Page 42 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
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Era hora de regresar, hablamos muy poco en el camino, en mi
            cabeza me daban vuelta muchas ideas, necesitaba saber quién era
            realmente. Al llegar, busqué a la anciana que sabe leer el maíz e
            interpretar los sueños. Le platiqué sobre Topiltzin y me pidió que la
            visitáramos en tres días para buscar las respuestas.


            El tiempo se cumplió. Al recibirnos, nos pidió que bebiéramos de
            un cántaro negro, tiznado por tanto humo de su fogón. Atesoraba
            muchos tipos de hierbas y animales disecados, plumas y un enorme
            bracero humeando todo el tiempo con copal.


            Con un gesto, nos señaló que nos colocáramos frente a ella, dispuso
            un hermoso bordado sobre un petate, bebió bastante pulque de un
            cántaro y elevó su palabra al cielo, le ordenó a Topiltzin que soplara
            sobre su puño cerrado, arrojó las semillas de maíz –eran rojas,
            amarillas, azules y blancas y comenzó a descifrar el mensaje divino.


            Después, en un pequeño molcajete molió un trozo de hueso de
            los uemac y ya en polvo los lanzó al bracero, del cual salió una
            serpiente de fuego con plumas como las hojas del maíz que envolvió
            a Topiltzin, quien para ese momento estaba como dormido.


            La venerada anciana entró en trance y me expresó:


               —Hormiga de Obsidiana, tú sabes a quién has traído contigo, es
                  quien vendrá a poner orden y paz entre nuestros pueblos, es
                  portador esencial de los poderes creativos, es la dualidad, la
                  verdad, la luz y el conocimiento, es la fuerza del viento, del
                  agua, del fuego y de la tierra.


            Todavía es pequeño, una viborita que se arrastra, pero llegará el día
            en que el capullo de su corazón se trasforme como una mariposa y
            tendrá tanto conocimiento que volará como el precioso quetzal.


            Es el gran maestro que gobernará estas tierras con sabiduría y las
            hará prosperar como jamás se ha visto en nuestra existencia.




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