Page 43 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
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No faltarán los alimentos, no habrá más sequías, las mazorcas serán
tan grandes como la mano de los mangua, tendremos algodones
de muchos colores, frutas y aves desconocidas para estas tierras,
se levantarán templos con majestuosas serpientes y guerreros,
y paredes forradas de caracoles, oro, plumas y piedras preciosas,
progresarán el arte y la ciencia, vendrán de todas las partes de la
tierra a aprender de su consejo y palabra, cuidará de su pueblo como
buen padre y buena madre, no existirán ya las ofrendas de sangre.
Sin embargo, la desgracia también lo acompañará, su corazón
conocerá muy pronto el dolor más profundo, pero sólo con ello
podrá florecer como lo que realmente es, la serpiente de preciosas
plumas.
Se enfrentará a los señores del inframundo, el dueño de la noche
lo hará caer, confundirá su corazón y abandonará su pueblo entre
llamas de fuego para refugiarse en las tierras roja y negra, se levantará
como la estrella de la mañana, se convertirá en Tlahuixcalpantecutli.
Y tú, Hormiga de Obsidiana, has sido elegido por los dioses para
cuidar y proteger al pequeño Quetzalcóatl, para que regrese con los
suyos sano y salvo, para que siga aprendiendo, encuentre su rostro
y pueda dialogar con su propio corazón.
Inmediatamente después de la última palabra, la serpiente se
desvaneció. Topiltzin despertó, la venerada anciana buscó su rostro
y con mucha ternura acarició su mejilla:
—Gracias por el precioso regalo de conocerte —le dijo.
Agradecimos y salimos de ahí.
En el camino a casa, Topiltzin mencionó que estaría ocupado
preparando todo para pedir a mis padres el permiso de cortejar a mi
hermanita. Yo estaba pensativo: ¿a qué se refería la anciana con que
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