Page 49 - Topiltzin El pequeño Quetzalcóatl
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Echó a reír y, mirando de nuevo a Topiltzin, señaló al horizonte
            como demostrando el poder que tenían sobre esas tierras. Después
            levantó su mano y quienes nos apuntaban desde los cerros bajaron
            sus arcos. Topiltzin tomó lentamente su bulto, lo echó sobre sus
            espaldas y comenzó a avanzar, lo seguimos lentamente, el guerrero
            jamás se movió, nos olfateaba como perro tratando de oler si alguien
            tenía miedo.


            Más adelante, nos detuvimos a orinar.


               —¿Qué le dijiste?, —le pregunté—. Estuve a punto de clavarle mi
                  pedernal en su cuello.

               —No era necesario, le comenté que en dos días serían las ofrendas
                  de petición de lluvia y que el gran Pochtecatecutli tenía que
                  entregar esta preciada carga para las celebraciones. Así que
                  hizo alarde de su rango y poder, pero no era tonto, sabía que la
                  carga es valiosa y que detenernos mancharía su honor.

            Nuestro guía sacó la piel de venado para buscar en dónde
            descansaríamos. Nos pidió seguir un poco más hasta llegar a lo que
            él llamaba Auxpa y que para mí era nuestra tierra: Comandehe. Le
            hice saber que al día siguiente se realizaba un enorme tianguis, por
            lo que apresuramos el paso.


            Vimos la madre luna reflejarse en el apacible espejo de agua,
            mientras otros mercaderes procedentes de tierras lejanas se unían
            a nosotros. Al llegar, Topiltzin se dirigió a la orilla de la enorme
            laguna, creo que, a meditar, no lo molesté más y me recosté hasta
            que el sueño me venció.


            El bullicio y el ruido de los animales me despertaron, cientos de
            productos y alimentos de todas formas y colores se intercambiaban
            y se vendían. Observé a Topiltzin que hablaba con otros mercaderes;
            cuando me vio, se acercó con un morral lleno de maíz.





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