Page 37 - De este mundo... y del otro
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iglesia, sólo en mi mente dijera su nombre, pues nadie debía saberlo y que,
el resto del dinero era para pagarme el favor.
Terminando de hablar, el viento empezó a soplar, y vi como la señora entró
flotando en la penumbra, alejándose lentamente, mi piel no dejaba de estar
erizada, la sangre seguía helada, la verdad no sé si hablé o sólo imaginé
que lo hice, porque sentía que todo mi cuerpo estaba engarrotado, sudaba
frío, entonces, poco a poco empecé a escuchar ruidos, los grillos iniciaron
sus cánticos y supe en ese momento que ese capítulo había terminado,
con esfuerzo empecé a caminar a la casa, me metí a la cama y nadie se
despertó, ninguno supo cuánto tiempo estuve fuera, ni yo.
No pude conciliar el sueño, me quedé pensando en ir por el dinero, el
problema no era el gusto de tenerlo, sino que debía ir solo, puesto que
dicen que, si va alguien más, se convierte en carbón y entonces yo tendría
que pagar el encargo. Estaba nervioso por ir a la vieja hacienda, sabía que
allí espantaban, pero yo ya tenía mi propio fantasma, mi preocupación era
que me fuera a salir allí otro favorcito.
Estuve pensando mucho, la madrugada pasó lentamente, como dándome
tiempo para pensar y planear las cosas, lo que era seguro es que tenía que
suceder la siguiente noche, pasara lo que pasara, ya no quería otra visita
de la señora.
El sábado transcurrió con normalidad para los demás, yo preparé mis
herramientas, mi lámpara, el pico fino que tenía, mi pala y un buen ayate,
nada podía fallar, al caer la noche, merendamos como siempre, juntos,
bromeando y platicando, al terminar, acompañé a mis hijos a sus camas, me
recargué en la puerta para fumar mi cigarrito al tiempo que acompañaba
a la Chío, en lo que terminaba con su cocina, me dio mi beso y se fue a
acostar, como si todos supieran que necesitaba toda la noche para cumplir
mi compromiso.
Me aseguré que estuvieran bien dormidos, tomé mis herramientas y
empecé a subir el cerro para arribar a las ruinas de la vieja hacienda,
llevaba buen paso, pero sentía que el tiempo estaba detenido, al llegar, pasé
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