Page 76 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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escritos, copiados del dictado, que luego nos revisaban, debíamos aplicar
            las reglas aprendidas de analogía, sintaxis, prosodia y ortografía.


            Nuestros  maestros,  conscientes  de  que  las  últimas  materias  nombradas
            eran  más  de  carácter  teórico,  procuraban  matizarlas  pidiéndonos  que
            hiciéramos dibujos de mapas, confección de rompecabezas de territorios
            geográficos, como la Península de Yucatán o la República, delimitadas por
            sus litorales, señalando los puertos de mayor importancia en ellos.


            Se hacían también maquetas representando ecosistemas, por ejemplo de
            zonas selváticas, desérticas, cordilleras, como la Sierra Madre Oriental u
            Occidental, con sus volcanes más altos, el Nudo de Cempoaltépetl y el
            Istmo de Tehuantepec; cada región con su flora y fauna representativas;
            tipos de vivienda, transportes, productos de importación y exportación,
            entre otros temas.


            Para  la  historia  y  el  civismo,  aparte  de  las  consabidas  lecciones  que
            contenían la parte informativa, en orden secuente o temático, nos sugerían
            lecturas contenidas en los mismos libros (fábulas, cuentos clásicos, leyendas
            tradicionales,  etc.)  que  encerraban  ejemplos  de  carácter  ético  o  moral;
            o,  los  propios  maestros  nos  narraban  episodios  históricos,  que  luego
            ilustrábamos con las escenas más sugerentes; esto es, desde Benito Juárez
            tocando su flautita de carrizo junto a la Laguna Encantada, en los primeros
            grados, hasta la figura del Pípila con su loza en la espalda y su antorcha
            en una mano, ante el zaguán de la Alhóndiga de Granaditas, o, a Narciso
            Mendoza, El Niño Artillero, activando el cañón en contra del enemigo.
            Cada alumno, con sus mayores o menores dotes de dibujantes, pero ahí
            dejábamos plasmada nuestra interpretación gráfica del suceso en cuestión.

            En quinto o sexto grados ya veíamos el libro de ciencias naturales de Mario
            Leal y en él venían conceptos de química y física, como la temperatura de
            los cuerpos, el frío y el calor como fenómenos físicos, representados por
            dibujos y explicaciones, como: El anillo de Gravesande o la dilatación de
            las rieles, etc.







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