Page 78 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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¡Adiós amores, que su viaje de retorno tenga buen fin!
La muerte siriquisiaca
sentada en el malecón,
parece una sombra flaca
tocando su guitarrón.
¡Que viene que viene sí,
que viene que viene ya,
y ya todos nos iremos
y no volveremos más!
—copla popular mexicana—
Según mi nana Maruch; así, no María, Maruch, una sabia mujer maya
que suplía a mi madre con sus cuidados y atenciones hacia a mí, cuando
aquella se encontraba actuando su papel de maestra ante su público
infantil. Pues esa, mi querida nana decía que todo el mes de noviembre
nuestros muertitos están de visita oficial en el mundo de los vivos y no
solamente los días tradicionales que los festejamos.
Es hasta el 30 de ese mes cuando dicen adiós y por eso llueve; decía: son sus
lágrimas de tristeza, porque hasta el otro año los dejan volver a visitarnos.
Con mis tres o cuatro años de vida no entendía cabalmente estos conceptos,
pero recuerdo que yo lloraba, porque ella lloraba.
Como permaneció en la casa más de 20 años, hasta que falleció y le dimos
cristiana sepultura en su pueblo de Acancéh, como lo solicitó, ya que fue
xnuuk niña y huérfana de padre y madre, y ningún pariente la reclamó
nunca, así que se integró totalmente a la familia, de modo que a ella también
la recordamos y le ponemos su cacho de pib en la mesa cada año. Bueno,
pues como habrán visto tuve tiempo de crecer y preguntarle a mis papás si
lo que decía mi nana al respecto era cierto; éstos, que eran muy respetuosos
de las creencias y tradiciones de la demás gente en general, resumieron la
respuesta en una sabia expresión de mi madre, avalada por mi papá; hijita,
lo que no puedas comprobar, más vale creerlo que averiguarlo.
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